jueves, 18 de marzo de 2010

EL DESARROLLO SOSTENIBLE

No debe sorprendernos la facilidad con la que hoy calan eslóganes como éste. Los que crecimos viendo como héroes a los barbudos de Greenpeace, leyendo revistas como "Quest" -¿recuerdas?- en las que se satanizaba la sociedad industrial y se santificaba la ciencia, sensibilizados a través de la explosión de los medios de comunicación con Félix Rodríguez de la Fuente y Cousteau, etc. somos los padres -y los votantes- de hoy.
No sólo los que cosieron banderas verdes con los jirones del muro rojo de Berlín aprovechan esa circunstancia, partidos de toda índole machacan a la población con todo tipo de lemas tan verdes como vacuos para rascar algún voto.

El concepto "desarrollo sostenible" aparece por primera vez en el Informe Brundtland en 1987, encargado por la ONU, que sigue la estela ideológica del "Club de Roma" -del que forma parte Gorbachov-, autor de informes (como "Los límites del crecimiento") con un mensaje claro: "no puede haber un crecimiento poblacional, económico e industrial ilimitado en un planeta de recursos limitados" . Esta ideología moral y catastrofista llega a proferir argumentos a favor del control estatal de la natalidad a modo de la dictadura China.
Las raíces ideológicas más visibles están en las teorías de Malthus (1766-1834) que en su "Ensayo sobre el principio de la población" asegura que es insostenible una humanidad que crece en progresión geométrica (5,15,45,135,...) con una producción de alimentos que crece en progresión aritmética (3,5,7,9,11,...). [Perdón por el follón, no había más remedio.]
Estas teorías se han demostrado falsas empíricamente por varios motivos:
1. La población no crece infinitamente. Sin necesidad de regulación política las familias tienden a tener menos hijos conforme aumenta el nivel de vida. Observa como, en el mapa que sigue, a mayor desarrollo, menor tasa de natalidad. En Europa la media de hijos por pareja está entre 1 y 2.


2. El desarrollo de la industria alimentaria en todos sus aspectos ha aumentado la capacidad productiva.
3.Los países con tasas de natalidad más altas no paran de crecer económicamente con tasas de crecimiento hasta del 9% anual en P.I.B..
[En rojo el P.I.B. per cápita.]
Cabe esperar, por lo tanto, un estancamiento en el crecimiento de la población mundial como ya sucede en los países ricos.

Al contrario de como se suele oír, el desarrollo industrial no lleva implícito un aumento indefinido en los niveles de contaminación. Evidentemente la actividad industrial humana genera costes medioambientales. El hombre empezó a contaminar cuando empezó a fundir metales hace 6000 años; en los estudios que se hacen en el hielo del ártico, se sabe cuándo se ha llegado al hielo correspondiente a la época de los romanos porque los niveles de plomo ambiental son enormes. Así podríamos continuar con toda la historia del ser humano.
Sin embargo hoy la realidad es muy diferente. Hablando en términos puramente económicos, la contaminación es un coste para las empresas. Cuando la actividad industrial genera un desperdicio no es más que la pérdida de una materia prima que no ha podido transformar en el producto buscado o no ha sido capaz de recuperarla desde los subproductos, por esto, empresas que compiten en libre mercado tienden a buscar materias primas de mejor calidad como también tienden a optimizar el consumo energético para bajar el coste del producto final.
A nadie le gusta vivir en un entorno degradado. Es por ello que el ciudadano moderno, una vez tiene resueltas las necesidades básicas, comienza a ocuparse de estas cuestiones secundarias como el vivir en un entorno salubre. ¿Alguien cree que cuando los romanos construyeron las redes de alcantarillado estaban presionados por algún tipo de lobby ecologista?
Londres ha sido conocida durante siglos por el esmog provocado por la quema de combustible, hoy la realidad es muy diferente. Fíjate en la imagen que sigue cómo empiezan a bajar dos de los principales contaminantes atmosféricos 50 años antes del comienzo de los movimientos ecologistas (comenzaron en la década de 1950).

Lo que en un principio fueron asociaciones de individuos preocupados por el medio ambiente (y en esto también cabe larga discusión), se convirtieron en poco tiempo en grupos de propaganda empapados de ideología colectivista -el ecologismo sandía: verdes por fuera y rojos por dentro- que tienen que justificarse las donaciones públicas y privadas alarmando sin escrúpulos a la población. Son protagonistas de sórdidas manipulaciones prácticamente a diario, bastante chapuceras muchas de ellas cuando no de discursos netamente fascistas.
El hecho de que WWF declare que el único país con un desarrollo sostenible es Cuba resulta del todo revelador. Más adelante, en otra entrada, hablaremos de WWF. Su historia no tiene desperdicio.
Dave Foreman, uno de los fundadores de Earth First! dijo durante las hambrunas de Etiopía -propiciadas por las sequías y el socialismo de Mengistu- que no había que ayudar a esos millones de personas, que había que dejar que se establezca un equilibrio natural ¿recuerdas lo de Mathus?.